Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquéllo que desea.
Debemos escuchar al niño que fuimos un día y que existe dentro de nosotros. Ese niño entiende de instantes mágicos.
El que escribe en el alma de un niño escribe para siempre.
Para educar a un niño por el camino correcto, transite usted por ese camino durante un rato.
Es muy difícil saber lo que sucede en el cerebro de un niño; pero es imposible saber lo que sucederá en el.
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